Román Gubern
Universidad autónoma de Barcelona
El artículo propone una reflexión acerca del modo en el que el rostro humano, es representado a través de las imágenes icónicas, y muy en especial a su intensa carga semiótica, históricamente cambiante y sujeta, por tanto a distintas interpretaciones culturales. el rostro ocupa un lugar muy privilegiado entre los motivos que pueblan las representaciones mediaticas de lo humano.
El hombre comprendió muy tempranamente que su identidad era vulnerabl, pues dejaba jirones de ella por donde pasaba, en forma de huellas, sombras y reflejos.
El reflejo está, como es sabido en el origen del retrato, o más bien en el del autorretrato. La identificación del sujeto en el espejo nace de su capaacidad de objetivación y de coordinación de sus percepciones exteriores cin nsusu sensaciones interiores. el espejo transforma al ser en apariencia, la materia en forma, en simulacro fantasmal , de ahí la desconfianza de los moralistas cristianos hacia su uso y su insercción iconográfica en el género pictórico de las "vanidades". Pero mediante el reflejo, el ser humano no solamente descubre su aspecto físico sino su propia alteridad a través de la imagen. El espejo no sirve solo para halagar sino también para delatar.
El arte pictórico del retrato nace en Holanda, en el siglo XV y encuentra una de sus funciones más conspicuas para favorecer pactos matrimoniales en la realeza europea, en una época en la que las distancias dificultaban el conocimiento personal de los futuros contrayentes.
En nuestra sociedad de la masificación, en la que la mayoría de las personas portan el rostro del anonimato, en calidad de sujetos estadísticos dotados de "rostros promedio" la técnica del retrato-robot, policial procede de lo general a lo específico, pero pocos saben que ésta técnica que realizan ahora los ordenadores se fraguó ya en la pintura sagrada vaticiana.
El rostro humano es a la vez lo más íntimo y lo más exterior del sujeto, el que traduce más directamente y de modo más complejo su interioridad psicológica y también el que padece mñas coerciones públicas. Es a la vez la sede de revelación y de la simulación, de la indiscreción y de la ocultación, de la espontaneidad y del engaño.
Su movilidad hace que mas que expresiones, resulte pertinente considerar sus resultados como verdaderas "frases faciales"
Tanto la expresión facial como la gestualidad se asientan en una fisiología universal (es decir, en códigos biolñogicos de respuestas mímicas y comportamientos innatos), sobre la que se superponen los códigos culurales de cada sociedad.
en nuestros días el rostro se ha convertido en objeto privilegiado de nuestras industrias del deseo (cosmética, peluquería, cirugía estética...) y del espectáculo. Y se han desarrollado muchas técnicas para favorecerlo.
Las técnicas del realce facla se fueron sofisticando en los años 50.
La prodigalidad mediñatica actual de los modelos y figuras públicas ha creado también una nueva causística jurídica, pues un tribunal estableció que la fantasía de l
os artístas es libre mientras permaneza en sus cabezas, pero está sujeta a limitaciones cuando se plasma materialmente en forma de expresión icónica.
En mi opinión el uso del retrato como plasmación ha evolucionado considerablemente desde el siglo XV, pues ahora, son muchísimas más las utilidades quie podemos darle, pero puede que nos "hayamos excedido" con su culto, pues la sociedad actual en la que vivimos solo se deja llevar por las apariencias y tener un bonito rostro es una de las cosas a las que más importancia le damos hoy en día, y creo que hay cosas mucho más importantes por las que preocuparse.
Universidad autónoma de Barcelona
El artículo propone una reflexión acerca del modo en el que el rostro humano, es representado a través de las imágenes icónicas, y muy en especial a su intensa carga semiótica, históricamente cambiante y sujeta, por tanto a distintas interpretaciones culturales. el rostro ocupa un lugar muy privilegiado entre los motivos que pueblan las representaciones mediaticas de lo humano.
El hombre comprendió muy tempranamente que su identidad era vulnerabl, pues dejaba jirones de ella por donde pasaba, en forma de huellas, sombras y reflejos.
El reflejo está, como es sabido en el origen del retrato, o más bien en el del autorretrato. La identificación del sujeto en el espejo nace de su capaacidad de objetivación y de coordinación de sus percepciones exteriores cin nsusu sensaciones interiores. el espejo transforma al ser en apariencia, la materia en forma, en simulacro fantasmal , de ahí la desconfianza de los moralistas cristianos hacia su uso y su insercción iconográfica en el género pictórico de las "vanidades". Pero mediante el reflejo, el ser humano no solamente descubre su aspecto físico sino su propia alteridad a través de la imagen. El espejo no sirve solo para halagar sino también para delatar.
El arte pictórico del retrato nace en Holanda, en el siglo XV y encuentra una de sus funciones más conspicuas para favorecer pactos matrimoniales en la realeza europea, en una época en la que las distancias dificultaban el conocimiento personal de los futuros contrayentes.
En nuestra sociedad de la masificación, en la que la mayoría de las personas portan el rostro del anonimato, en calidad de sujetos estadísticos dotados de "rostros promedio" la técnica del retrato-robot, policial procede de lo general a lo específico, pero pocos saben que ésta técnica que realizan ahora los ordenadores se fraguó ya en la pintura sagrada vaticiana.
El rostro humano es a la vez lo más íntimo y lo más exterior del sujeto, el que traduce más directamente y de modo más complejo su interioridad psicológica y también el que padece mñas coerciones públicas. Es a la vez la sede de revelación y de la simulación, de la indiscreción y de la ocultación, de la espontaneidad y del engaño.
Su movilidad hace que mas que expresiones, resulte pertinente considerar sus resultados como verdaderas "frases faciales"
Tanto la expresión facial como la gestualidad se asientan en una fisiología universal (es decir, en códigos biolñogicos de respuestas mímicas y comportamientos innatos), sobre la que se superponen los códigos culurales de cada sociedad.
en nuestros días el rostro se ha convertido en objeto privilegiado de nuestras industrias del deseo (cosmética, peluquería, cirugía estética...) y del espectáculo. Y se han desarrollado muchas técnicas para favorecerlo.
Las técnicas del realce facla se fueron sofisticando en los años 50.
La prodigalidad mediñatica actual de los modelos y figuras públicas ha creado también una nueva causística jurídica, pues un tribunal estableció que la fantasía de l
os artístas es libre mientras permaneza en sus cabezas, pero está sujeta a limitaciones cuando se plasma materialmente en forma de expresión icónica.
En mi opinión el uso del retrato como plasmación ha evolucionado considerablemente desde el siglo XV, pues ahora, son muchísimas más las utilidades quie podemos darle, pero puede que nos "hayamos excedido" con su culto, pues la sociedad actual en la que vivimos solo se deja llevar por las apariencias y tener un bonito rostro es una de las cosas a las que más importancia le damos hoy en día, y creo que hay cosas mucho más importantes por las que preocuparse.
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