En esta peli, la fotografía y el encuadre me han fascinado. La luz nunca es un mero adorno, pasando del recurso dramático a formar parte del drama en sí mismo, trazando en la imagen la psicología de ambas mujeres.
Ingmar Bergman ideó el guión de esta película mientras se encontraba ingresado en un hospital, convaleciente a causa del estrés. El director sueco quería hacer una película totalmente creativa, libre de las ataduras de los estudios y los productores.
A mitad de la película, el encuadre se vuelve borroso, y se desenfoca, señal de que este duelo entre una actriz que no habla y una enfermera que habla de más, es una ilusión, no es real, es cine.
La metáfora del silencio es fantástica. La falta de voluntad, dejarse llevar por una algo que no entendemos, no plantear falsas resistencias que sólo son espejismos. Por ello Bergman rompe la ilusión de la imagen cinematográfica, para hablar de todo esto sin recurrir a la falsa ilusión que proporciona el concepto “película” y que, trazando un paralelismo, es la que nosotros empleamos para vivir. Nuestra vida es una ilusión, una impostura
En mi opinión es una película diferente al resto, con un guión original, no sé si todo el cine sueco, o todas las películas de este director son así, pero me he quedado embobada frente a la pantalla